Durante el confinamiento muchos de los deportistas, tanto profesionales como amateurs se mantuvieron activos motivados por todas las competiciones calendadas o aplazadas para la "nueva normalidad". Pero resulta que esta nueva normalidad les deparaba más suspensiones que celebraciones las cuales, están siendo anecdóticas. El por qué de suspender en el último momento una prueba; cuando no variaban las condiciones con respecto a semanas anteriores y los contratiempos de viajes, entrenos, reservas, etc... daría para otro post, pero no es el objeto del que nos ocupa. De hecho, muy a mi pesar, soy de la opinión que debería haberse suspendido todo hasta la llegada de una vacuna. Cuando digo TODO, también hablo de la liga profesional de fútbol.
El tema es que la desidia inunda a muchos de los deportistas cuando tienen que enfrentarse a una programación de entrenamientos sin un horizonte claro de pruebas deportivas; y ya sabemos que la incertidumbre no es buena compañera. En cambio, el confinamiento consiguió que alguna gente comenzase la práctica de actividad física. De esa gente, un porcentaje todavía sigue manteniendo una rutina. Su margen de mejora con el entrenamiento, en la mayoría de los casos, es infinitamente mayor que el de los deportistas que llevan años de programaciones a sus espaldas, por lo que la ausencia de competiciones no es problema por el momento, disfrutan plasmando sus mejoras en cada una de sus prácticas deportivas.
Pero, ¿para qué entrenar si no hay competiciones?. Intentaré resumir el por qué a continuación:
Cuando comenzamos una programación deportiva, esta se centra en unas capacidades físicas generales y específicas necesarias para rendir en la disciplina deseada. Si hiciéramos una prueba de rendimiento para determinar nuestro punto de partida (capacidades) encontraremos unos valores y se establece: que valores necesitamos mejorar, cómo, prioridad, etc....siempre teniendo en cuenta las individualidades del deportista (es igual profesional o amateur); edad, disponibilidad, tipo de trabajo, descanso, hijos etc...
Siguiendo una correcta programación deportiva centrada en los valores diana de la disciplina, los encontrados en el deportista y, teniendo en cuenta las características individualidades de éste, se producirá una mejora progresiva que le ayudará a rendir de forma más competente.Si antes de empezar la siguiente temporada hiciésemos de nuevo nuestro test de rendimiento, los valores de partida deberían ser mejores que los iniciales.
Cuando tenemos en el horizonte una competición, en la programación, existe un momento de trabajo de capacidades centradas en los aspectos específicos de esta prueba; intensidad, terreno, salida, situaciones tácticas, etc... Evidentemente este año la situación es extraordinaria. Aunque supiésemos que no vamos a competir, este tipo de aspectos específicos es necesario tocarlos, de lo contrario la temporada 2021 partiremos de unos valores más bajos que, probablemente, será más difícil mejorar. No debemos plantearnos este trabajo como si fuese un año en la "antigua normalidad", lo ideal sería evitar la fatiga psicológica y el stress que suelen suponer las situaciones de competición. Reducir el tiempo de trabajo en estas zonas, períodos de carga, enmascarar el trabajo en salidas con compañeros, etc....pero si queremos mejorar debemos tenerlo en cuenta en la programación y trabajarlo.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando dejo mi programación y me dedico a hacer lo que me apetece cuando mi objetivo es volver a la competición el año próximo?:
Pueden pasar muchas cosas; desde abandonar la práctica porque lo que realmente me gusta es competir, hasta que entrene más tiempo que antes pero de forma menos eficiente, lo que va a ralentizar mi proceso de entrenamiento de cara a la próxima temporada.
Aunque lo normal, es que haga lo que me apetezca cada día. Este comportamiento me llevará a "picos de forma" erráticos en los que el deportista se siente "fuerte". Ese sentimiento de euforia suele llevar a intentar dar el máximo cada día....ahí viene la explosión y con esta sobrecarga de intensidades altas volvemos a "ensuciar", entorpecer la mejora de cara a la próxima temporada. Ahora bien, que tú objetivo es disfrutar de tu deporte sin más, es una opción muy buena. Mi opinión es que, independientemente de si compites o no, la práctica deportiva sólo es más saludable cuando hay una estructura racional y fisiológica que respeta las individualidades de cada practicante. Decir no entreno programado porque no hay competiciones sería similar a no comer sano porque no tengo que lucir tipo este verano en la playa.
El tema es que la desidia inunda a muchos de los deportistas cuando tienen que enfrentarse a una programación de entrenamientos sin un horizonte claro de pruebas deportivas; y ya sabemos que la incertidumbre no es buena compañera. En cambio, el confinamiento consiguió que alguna gente comenzase la práctica de actividad física. De esa gente, un porcentaje todavía sigue manteniendo una rutina. Su margen de mejora con el entrenamiento, en la mayoría de los casos, es infinitamente mayor que el de los deportistas que llevan años de programaciones a sus espaldas, por lo que la ausencia de competiciones no es problema por el momento, disfrutan plasmando sus mejoras en cada una de sus prácticas deportivas.
Pero, ¿para qué entrenar si no hay competiciones?. Intentaré resumir el por qué a continuación:
Cuando comenzamos una programación deportiva, esta se centra en unas capacidades físicas generales y específicas necesarias para rendir en la disciplina deseada. Si hiciéramos una prueba de rendimiento para determinar nuestro punto de partida (capacidades) encontraremos unos valores y se establece: que valores necesitamos mejorar, cómo, prioridad, etc....siempre teniendo en cuenta las individualidades del deportista (es igual profesional o amateur); edad, disponibilidad, tipo de trabajo, descanso, hijos etc...
Siguiendo una correcta programación deportiva centrada en los valores diana de la disciplina, los encontrados en el deportista y, teniendo en cuenta las características individualidades de éste, se producirá una mejora progresiva que le ayudará a rendir de forma más competente.Si antes de empezar la siguiente temporada hiciésemos de nuevo nuestro test de rendimiento, los valores de partida deberían ser mejores que los iniciales.
Cuando tenemos en el horizonte una competición, en la programación, existe un momento de trabajo de capacidades centradas en los aspectos específicos de esta prueba; intensidad, terreno, salida, situaciones tácticas, etc... Evidentemente este año la situación es extraordinaria. Aunque supiésemos que no vamos a competir, este tipo de aspectos específicos es necesario tocarlos, de lo contrario la temporada 2021 partiremos de unos valores más bajos que, probablemente, será más difícil mejorar. No debemos plantearnos este trabajo como si fuese un año en la "antigua normalidad", lo ideal sería evitar la fatiga psicológica y el stress que suelen suponer las situaciones de competición. Reducir el tiempo de trabajo en estas zonas, períodos de carga, enmascarar el trabajo en salidas con compañeros, etc....pero si queremos mejorar debemos tenerlo en cuenta en la programación y trabajarlo.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando dejo mi programación y me dedico a hacer lo que me apetece cuando mi objetivo es volver a la competición el año próximo?:
Pueden pasar muchas cosas; desde abandonar la práctica porque lo que realmente me gusta es competir, hasta que entrene más tiempo que antes pero de forma menos eficiente, lo que va a ralentizar mi proceso de entrenamiento de cara a la próxima temporada.
Aunque lo normal, es que haga lo que me apetezca cada día. Este comportamiento me llevará a "picos de forma" erráticos en los que el deportista se siente "fuerte". Ese sentimiento de euforia suele llevar a intentar dar el máximo cada día....ahí viene la explosión y con esta sobrecarga de intensidades altas volvemos a "ensuciar", entorpecer la mejora de cara a la próxima temporada. Ahora bien, que tú objetivo es disfrutar de tu deporte sin más, es una opción muy buena. Mi opinión es que, independientemente de si compites o no, la práctica deportiva sólo es más saludable cuando hay una estructura racional y fisiológica que respeta las individualidades de cada practicante. Decir no entreno programado porque no hay competiciones sería similar a no comer sano porque no tengo que lucir tipo este verano en la playa.
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